Tras un incidente ocurrido el 24 de abril, se intensificaron las protestas. Denuncian graves fallas de infraestructura y falta de mantenimiento. El lunes realizarán una clase pública y el miércoles un festival para informar a los vecinos sobre la difícil situación que atraviesan.
Desde hace años, los estudiantes del Instituto Superior de Formación Docente N°41 junto con el Centro de Estudiantes del secundario reclaman por las pésimas condiciones en las que se encuentra el edificio del histórico Colegio Nacional de Adrogué. Ante la falta de respuestas por parte de las autoridades provinciales, los alumnos iniciaron “una huelga activa” para dar a conocer la problemática y exigir que se realicen las obras necesarias.
Si bien la difícil situación edilicia que viven los estudiantes viene de larga data, la gota que rebasó el vaso se produjo el viernes 24 de abril, cuando a una alumna de la carrera de Filosofía le cayó en la cabeza un pedazo de madera que sostenía una ventana mientras estaba en clase.
Luego del accidente, la estudiante se dirigió a la dirección del instituto, donde le aplicaron hielo y la enviaron a su casa, mareada y sin haber recibido atención medica. A las horas de sufrido el golpe, comenzó a tener puntadas en la cabeza, por lo cual se dirigió a su médico, quien la derivó a un neurólogo para realizarse los estudios correspondiente. Actualmente, se encuentra a la espera de los resultados de una tomografía, porque tiene un hematoma interno producto del golpe que sufrió en el profesorado.
“El lunes a las 19 vamos a hacer una clase pública; y el miércoles hacemos un festival y una radio abierta en la puerta de profesorado para que también sirva para sacar el problema afuera, que los vecinos vean y conozcan la situación del Nacional de Adrogué, que es un colegio muy querido. Es muy triste lo que está pasando”, relató a www.deBrown.com.ar una de las integrantes del centro de estudiantes de la institución, Carla Thiarenza.
Por estos días, muchos docentes que acompañan las decisiones de los alumnos y dan sus clases en los pasillos. Dentro de las aulas, sostienen, “ya no se puede seguir cursando allí porque es peligroso”. “Muchas ventanas de la institución se sostienen así: con un pedazo de madera, con un tacho de basura, con una botella de gaseosa; el peligro está a la vista de todos”, manifestaron.
Entre los problemas que afectan al establecimiento se cuentan la falta de mobiliario, serias deficiencias en la iluminación, baños en un estado calamitoso, además de aberturas que no cierran y complican todo aún más durante los meses de invierno. También, existen grandes desniveles en los pisos que dificultan la circulación de los estudiantes que padecen discapacidades motrices.
“A penas entrás, ves como un montón de chicos que están en primer año agarran una banqueta que compró cooperadora y se van corriendo a los cursos para no quedarse sin espacio para sentarse. Y si te sentás en los bancos que están, que son esos como trineos, te terminás rasguñando las piernas porque te enganchas con los clavos o te rompés la ropa”, agregó la joven.
En el mismo sentido, denunció que hay cables que cuelgan “por cualquier lado” y que “es común que no haya agua” o que el patio “esté totalmente inundado”. Para hacerle frente a esta situación, comenzaron a manifestarse dentro de la institución con la idea también de “articular actividades” con los alumnos del secundario y repetir las acciones en conjunto que llevaron a cabo el año pasado.
Edificio propio
Más allá de las fallas enumeradas, el eje central del problema está atravesado por la falta de una construcción propia para el instituto, el cual funciona desde hace 40 años formando a docentes de diversas áreas.
El proyecto para la edificación, que ya fue aprobado, prevé que la obra se ejecutará en el barrio Vattuone de Burzaco, en un terreno de 6308 metros cuadrados que ya fue transferido por el Ministerio de Obras y Servicios Públicos a la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, pese a que en los últimos meses trascendió que se iba a realizar el llamado a licitación, hasta el momento, la comunidad no ha recibido más que promesas.
“Esa es una noticia que año tras año se va publicando, que alguna empresa licita y después no empieza construir porque al presupuesto no lo actualizan. Entonces, hasta que yo no vea que se está construyendo, que está hecho, no me entusiasma demasiado”, evaluó Thiarenza.
